domingo, 26 de julio de 2009

me encantó

La Pena
Iba yo por un camino lleno de hierba, cuando de repente una voz dijo detrás de mí: "¡Mira a ver si me conoces!"
Me volví, la miré y le dije: "No me acuerdo de tu nombre".
Ella dijo: "Yo soy aquella primera Pena grande que tuviste cuando joven".
Parecían sus ojos una mañana con el rocío todavía en el aire. Estuve callado un rato, y luego le dije: "¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?".
Ella sonrió sin contestarme. Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo ya de aprender el lenguaje de las sonrisas.
"Un vez dijiste", suspiró, "que acariciarías tu pesar para siempre". Avergonzado respondí. "Verdad; pero los años han pasado, y lo olvidé". Entonces tomé su mano entre las mías y le dije. "Pero tú también has cambiado".
Me contestó: "Lo que fue pena un día, es ahora paz".

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